jueves, noviembre 17, 2005

Scotland is different

¡Achussss! Madre mía, ¡vaya tos perruna que me ha entrado! Llevo 2 semanas sin parar de toser y eso que estoy tomando todos los medicamentos que puedo: Eferalgan, Frenadol, leche caliente con miel, un jarabe llamado Pholcodine que sabe a rayos e incluso unas pastillas muy indigestas que me dieron los chinos de la cocina de Belén. Espero recuperarme pronto.
Es triste asumirlo pero la monotonía se ha apoderado de mi vida. Dedico casi todo el tiempo a programar el sónar en mi cuarto o en el laboratorio (hay que ajustarse a la planificación del proyecto) y ya apenas visito la ciudad. Creo que voy a terminar aborreciendo los submarinos. Tiempo al tiempo…

Tenía pensado contar algunas de las curiosidades y costumbres escocesas que más me han chocado en el mes y medio que llevo viviendo en Edimburgo. Lo primero que llama la atención nada más salir del aeropuerto es lógicamente el tráfico.
Aquí conducen por el carril izquierdo. La primera impresión cuando montamos el primer día en un taxi fue increíble. Realmente parece que vas conduciendo en dirección contraria y te entra el pánico. Ya lo vamos asimilando pero a veces me pongo malo cuando veo el autobús circulando por una rotonda… Hablando de autobuses. Autobús!Los de la línea Lothian (que se mueven por toda la ciudad) son alucinantes. Casi todos son de dos plantas y siempre nos subimos al segundo piso sin dudarlo. Aunque este de la foto tiene dos puertas, lo normal es encontrarlos con una única puerta, para subir y bajar. Tienes que esperarte a que salgan los pasajeros para poder entrar. ¿Tanto les cuesta poner dos puertas en los autobuses? Lo único que se me ocurre es que lo hacen para que la gente no se cuele por la puerta de bajada. Siempre obsesionados con la seguridad… Incluso tienen cámaras de seguridad y un monitor que muestra las imágenes. Alguna que otra vez nos hemos puesto a hacer el ganso cuando la cámara graba nuestros asientos. De hecho los viajes a Edimburgo se han convertido en un cachondeo cuando vamos unos cuantos. Siempre nos ponemos a cantar “la flaca”, “ya no quiero tu querer”, “noches de bohemia”, “no estamos locos” o acompañamos a los franceses con “la marsellesa”. Una foto de muestra:

Alegría en el bus

Una cosa que me encanta de las líneas de autobuses son los carteles con los horarios en papel que colocan en las marquesinas. Te indica la hora y minutos exactos de llegada del autobús para todos los días. Lo más sorprendente es que suelen acertar; siempre uno o dos minutos más o menos de la hora indicada. Ojalá ocurriera esto en Granada. Cuántos minutos desperdiciados de mi vida habré perdido esperando el 6…

Por otro lado me resulta un tanto radical la forma de pagar: Puedes sacarte una tarjeta para viajar gratis por un mes (30 libras) y colocarla en una maquinita que la valida o entrar directamente enseñando el ticket del día, si previamente lo compraste por 2 libras y media o pagar la libra que vale el viaje; pero ojo, el conductor no tiene cambio. Tienes que introducir la cantidad exacta en un agujero (en plan hucha) y luego recoger tu ticket de una máquina. Me resulta muy tedioso tener que estar siempre preocupado comprobando mi cartera en busca de una libra o calderilla que sume una libra. Es tremendamente engorroso. Odio la calderilla en peniques, sobre todo las monedas de 2 peniques. ¡Miden casi 2.5 cm. de diámetro! y casi nunca las usas. En España al menos las monedas de 2 céntimos son pequeñas y no te importa tenerlas en la cartera, pero estas… las tengo amontonadas en la estantería en la habitación. Cuando reúna 15 las insertaré en una máquina de cafés que hay cerca del laboratorio (creo que es la más barata del campus) y me tomaré un Cadbury, jeje.

Un punto negativo es que no siempre todos los autobuses de una misma línea llegan al último destino. Tienes que fijarte antes de subir en el panel frontal. Nosotros no sabíamos esto y uno de los primeros días el autobús nos dejó en mitad de un barrio chungo volviendo para el campus. Tuvimos que esperar el siguiente autobús durante unos 40 minutos. Por fortuna no nos ha vuelto a pasar más.

Más cosas. El tráfico en la ciudad es espeluznante. Cruzar la calle en Escocia se ha convertido en un auténtico peligro. Muchas veces me ha ocurrido que miro a la izquierda (igual que haría en España), empiezo a cruzar tan campante y casi me atropellan los coches viniendo por la derecha. Me cuesta acostumbrarme, así que ahora lo que hago es mirar a todos lados por si acaso. No me fío ni un pelo…

Por cierto, aquí apenas existen pasos de peatones con marcas de cebra pintadas en la calle. En su lugar los marcan con dos hileras de resaltos que delimitan la zona por la que se puede cruzar, y atención:Muñecote semáforo Tienes que pulsar siempre un botón para que el semáforo cambie. A veces se me olvida y me puedo tirar 2 minutos esperando hasta que me percato. Y lo más curioso de todo… ¡el muñequito verde del semáforo está mirando a la derecha! Una cosa es que lleven la contraria a la hora de conducir pero ¿por qué cambiar el muñequito del semáforo? ¿Por qué no les gusta que esté mirando a la izquierda? No me cabe en la cabeza, sorry.

Más cosas… sobre el habla escocesa (si se puede llamar habla…). Es realmente complicado entender a un escocés. Lo primero que escuché fue cómo pronunciaban Edinburgh (Edimburgo). La pronunciación inglesa sería "Edinberg" (pronunciado con muelle en la boca, como los ingleses). Pues los escoceses dicen: "Edinbra". Pero pronunciado en español tal y como se lee; Edinbra. Luego también hemos oído rarezas como “Edimborow” de boca de algunos profesores. Yo creo que cada vez lo pronuncio de una forma distinta… En general se podría decir que el escocés es como el inglés leído en español sílaba a sílaba. A los ingleses les revienta la pronunciación y el acento de los escoceses. Es similar a cómo se siente un soriano cuando viene a Andalucía.

Otras palabrejas: "Sorry" para ellos es "Sori". “Yes” lo pronuncian como “ayeh” o algo así, mientras que “always” también lo dicen como “aye”. “tv” es “telly”, “book” es “buik”, “football” es “fitbaw”.Vamos, un jaleo… Alguna que otra vez cuando he estado paseando por la ciudad y quería preguntar por algún sitio me he visto en apuros para entender las indicaciones de la gente a la primera. Afortunadamente, la gente aquí resulta ser muy amable y cordial y suelen ayudarte sin problemas. En fin, me dejo muchas más curiosidades en el tintero, pero ya las iré contando. En la próxima entrega hablaré de whisky y de faldas (para tíos, por cierto).

¡Nos vemos!