domingo, marzo 26, 2006

London

Londres, grandiosa, colosal, espectacular, magnífica… Me quedaría sin adjetivos. Los Erasmus estuvimos un total de 4 días en la capital británica y nuestra impresión no pudo ser más favorable. Intentaré redactar nuestra breve pero provechosa visita.

La primera noche que llegamos, tras soltar nuestras pertenencias en un hostal más que chungo, decidimos desplazarnos al centro de la ciudad. Piccadilly CircusEmbobados nos quedamos al bajar del autobús en pleno Trafalgar Square y contemplar la sublime explanada repleta de figuras conmemorativas custodiando la Royal Gallery. Continuamos el paseo y al girar una esquina, allí estábamos, en el mismísimo Piccadilly Circus contemplando los célebres paneles luminosos publicitando Tdk, Sanyo, Coca cola… Teníamos ante nuestros ojos esa imagen famosa que nadie olvida. El asombro y la emoción nos invadía. Parecía que estuviéramos soñando pero era cierto. ¡Estábamos en Londres!

Continuamos callejeando y a un paso encontramos Leicester Square, Sylvesteruna plaza gigante rodeada de cines donde los famosos dejaban impresas sus huellas sobre el pavimento. Momento foto con algunas manos celebres; la más grande que encontramos fue la de Silvester Stallone. Menudos tortazos meterá el colega…

Como seguíamos alucinando en colores, nos hicimos la típica foto con la primera cabina que encontramos y abordamos al primer policía que vimos con el casco emblemático, que resultó hablar un poco de español, para que se fotografiara con nosotros. Finalizamos la noche en un pub inglés donde me entusiasmé con el acertado repertorio musical hasta el punto de acabar cantando con micrófono el ‘Don’t Stop me now’ de Queen en la pista. Primera noche londinense y muy buenas sensaciones.

Al día siguiente decidimos dividirnos en varios grupos. Notting HillYo me fui con mis queridas granadinas Bárbara, Marta y Raquel, con las que compartí el resto de visitas junto con los intrépidos Nando y Belén. Esa mañana la gastamos pateando Notting Hill, el barrio más pijo de London, en busca de la pintoresca casa de Hugh Grant en la susodicha película. Nada más lejos de la realidad. Al final encontramos una posible casa con puertecilla azul y allí nos fotografiamos un poco asqueados de tanta búsqueda. De todos modos el barrio es impresionante y sobre todo, la calle comercial principal bastante pintoresca con tiendas con fachadas de diferentes colores.

Big BenAbandonamos el barrio y nos plantamos en un abrir y cerrar de ojos en el centro. Tras salir de la boca del metro contemplábamos ante nosotros una vista de infarto. A nuestra derecha la llamativa abadía de Westminster y próximo, el emblemático y majestuoso Big Ben. Momento foto y con cabina incluida, por supuesto. A lo lejos veíamos el London Eye, la noria gigante que se alza poderosa sobre el Támesis. De nuevo, subidón.

Decidimos visitar Buckingham Palace y hasta allí traspusimos a lo largo de varios paseos y parques rodeando el parlamento y recorriendo Constitution Hill, la larguísima avenida que conecta ambos edificios. Hyde ParkNos sorprendió el fastuoso palacio real enclavado al final de St. James Park con la fascinante fuente dominando la inmensa plaza y donde pedí mi deseo de turno. Si aquí falta algo, eso no son precisamente las plazas y terrenos tremendamente espaciosos y extensos; Como Hyde Park, el impresionante parque por el que paseamos a continuación donde interminables senderos acompañaban la variada vegetación y el lago que se extendía a sus anchas sin conocer límites. Sólo una gigantesca roca en mitad del parque desentonaba entre tanta armonía. No logramos bordear el parque al completo y decidimos abandonar. Tras un par de horas en un pub inglés donde descubrí que Stwanstes es el quinto aeropuerto de Londres, terminamos la noche perdidos en las afueras de un barrio chungo y andando durante 1 hora hasta que encontramos el hostal.

Camden MarketEl día siguiente aprovechamos para visitar Camden Market, uno de los mercados más conocidos de Londres. Intentamos llegar andando pero la policía acordonó varias calles y tuvimos que coger el metro. Posteriormente nos enteramos de que hubo un aviso de bomba por esa zona... El mercado desbordó nuestras expectativas. Se trataba de una avenida repleta de tiendas y pasajes con mercadillos que partían de ella. Tenderetes de cualquier cosa que pudieras imaginar con precios suculentos y montones de puestos de comida internacional.

Tower BridgeTras las compras partimos hacia Tower Bridge. De nuevo otra estampa clásica que nos dejaba estupefactos. A un lado, La torre de Londres, soberbia, al otro, el inmenso puente, ocultando el horizonte del grisáceo Támesis y recordándonos la grandeza y suntuosidad de Londres. Impresiones tan fascinantes como éstas son las que me recuerdan por qué me gusta viajar.

Decidimos a continuación visitar Harrods, el descomunal centro comercial propiedad de Al Fayed. HarrodsNos conquistó la primera planta con esos escaparates de dulces, chocolatinas, bombones y manjares de repostería tan suculentos visualmente y tan caros oficialmente. Aún así me compré un galletón de crema de avellana y caramelo por 1 libra que sabía a gloria. El resto de adornadas galerías y plantas también nos maravilló. Incluso los servicios se denominaban ‘luxury washrooms’. Y con razón…
Fotografiamos la estatua en memoria de Dodi y Diana y firmamos en el libro de visitas con nuestros nombres añadiendo un “Viva el Fari”. Sin comentarios…

St. Paul's CathedralTiempo para visitar la atractiva catedral de St. Paul y conocer la comercial y apabullante Oxford Street donde se cumplía la regla de encontrar un McDonalds o Burger King en cada manzana, al igual que la efectiva teoría de que siempre encontrarás un Starbuck Coffee cuando te apetezca tomar un respiro. Acabamos finalmente en un pub desvariando y dibujando la obra de arte perfecta que me ahorraría visitar los museos de toda la ciudad, por representar humanidad, historia, paisajes de ensueño y con dinosaurio incluido. Sí, se nos va…

The Sherlock Holmes MuseumAl día siguiente nos congelamos de frío mientas presenciamos el eterno cambio de guardia en Buckingham. Personalmente me defraudó tanta rigidez y parsimonia. Aquí ya decidí separarme del resto del grupo y dedicar el día a visitar museos. Primera parada: The Sherlock Holmes Museum, cómo no. Me invadió una inconmensurable alegría al contemplar el letrero de Baker Street y no fue menos la ilusión al entrar en aquel templo que recreaba los aposentos de mi detective favorito. Siguiente destino: Madame Tussaud’s, el popular museo de cera; aunque únicamente pisé la recepción porque el disparatado precio me invitaba a abandonar.

British MuseumDecidí entonces plantarme por fin en el British Museum. ¡Menudo museo! y encima gratis. Mastodónticas instalaciones que quitaban el hipo y multitud de exposiciones diferentes divididas por sectores geográficos. Me llamó la atención poderosamente la griega con los fragmentos del Parthenon. ¡Tienen allí metido media Acrópolis! También me impresionó la ilustre colección bibliográfica distribuida en una estancia circular gigantesca. Aquello estaba plagado de españoles; De hecho le pregunté a un guardia británico la hora a la que cerraba el museo en inglés y me respondió “A las 5 y media”.

The Lion King MusicalY como no quería irme de Londres sin asistir a alguno de tantos musicales ofertados, compré la entrada para el del Rey León. Un acierto, porque me encantó. Tanto las exóticas coreografías, las voces cautivadoras, los originales decorados y la adecuada ambientación convirtieron esas 3 horas en un ameno festival de gozo y aclamación.

Me reencontré con el resto en otro pub y dijimos adiós a muchos que partían esa noche. Una despedida muy emotiva y entrañable, de esas que temes que lleguen pero no puedes evitar.

Al día siguiente ya tocaba volver. Pasé el día entero durmiendo, tanto en el autobús hacia el aeropuerto como en el avión, aunque recuerdo que el piloto bromeaba porque las 5 azafatas del vuelo se llamaban Alicia.

Me despedí de Londres, aunque quiero volver pronto. La visita en definitiva fue un éxito y la experiencia inolvidable, tanto por el encanto y embrujo de Londres como por la compañía, sin la cual no habría sido para nada igual el grato recuerdo que me llevo.

¿Y ahora qué? Estoy de nuevo por tierras granadinas. Pasaré aquí unas 3 semanas antes de regresar a Edimburgo, y ganas no me faltan. Las vivencias y emociones que allí estoy disfrutando no las puedo proseguir por aquí, aunque bueno, eso ya es harina de otro costado…